jueves, 18 de noviembre de 2010

¡Vaya Maravilla!

Hoy me pasó algo muy raro. Una de esas cosas que dan vértigo (pero vértigo en serio, del que te tenés que sentar cuando te das cuenta).
Llegó a mis manos un hermosísimo libro llamado Antología del Cuento Infantil Argentino del Siglo XX (selección de Adela Basch, para el Ministerio de Relaciones Exteriores del Gobierno de la Nación). Lo recibo y agradezco a quien me lo obsequió, como quien agradece un regalo hermoso. Tranquilo.
En la calle, caminando, comienzo a revisar el índice.
Y "vaya qué maravilla de libro. Cuantas cosas hermosas para leer". El pensamiento no era descabellado (descabellado es ir caminando por la calle leyendo un índice). Los nombres que comprende dicha antología eran Javier Villafañe, Horacio Clemente, María Elena Walsh, Beatriz Ferro, Gustavo Roldán, Laura Devetach, Eduardo Dayan, Graciela Cabal, Lilia Lardone, Fernando Sorrentino, Olga Drennen, Carlos Silveyra, Adela Basch, Cristina Martín, Lucía Laragione, Graciela Montes, Graciela Pérez Aguilar, Perla Suez, Ema Wolf, Aldo Boeto, Norma Huidobro, Iris Rivera, Mercedes Pérez Sabbi, Ana María Shua, Graciela Repún, Elsa Bornemann, María Cristina Ramos, Gabriela Keselman, María Teresa Andruetto, Sergio Kern, Susana Szwarc, Didi Grau, Oche Califa, Estéban Valentino, Jorge Accame, Ricardo Mariño, Silvia Schujer, Ángeles Durini, David Wapner, Liliana Bodoc, Luis María Pescetti, Margarita Mainé, Beatriz Actis, Ruth Kaufman, Liliana Cinetto, Alejandra Erbiti, Franco Vaccarini, Pablo de Santis, Sandra Comino, Cecilia Pisos, Mario Méndez, Sandra Siemens, Fabián Sevilla, Martín Blasco, Luciana Murzi... y todo bien. Se trataba, hasta ahí, un libro que tenía —juntitos— a todos mis héroes locales de la literatura para chicos.
Claro que había un problema en aquello. En el índice aparecía mi nombre y un cuento que escribí hace unos años.
Ahí el mareo; el tener que leer varias veces para ver si me había equivocado y el "no; acá está mi nombre posta y éste de acá es mi cuento".
Así que así estoy. Como parte de un plantel de lo más admirado por mí. Mareadísimo.
Mañana se me pasa, se los prometo.
Pero hoy doy tumbos.
Feliz como nunca lo estuve.